miércoles, 2 de septiembre de 2015

Para muchos refugiados, los países nórdicos están lejos de ser el paraíso prometido

ESTOCOLMO (Reuters) - Suecia podrá contar con uno de los sistemas de inmigración más generosos de Europa, pero tiene un lado B: uno de los niveles más bajos en naciones ricas industrializadas al integrar a los recién llegados, en particular miles de refugiados, a su fuerza laboral.

Este fracaso en proveer empleo, un pilar para la aceptación completa en la sociedad, ha ayudado a crear una subclase étnica que tensa la apertura sueca hacia extranjeros y alimenta a la extrema derecha, una tendencia presente en todos los países nórdicos.

"No vine a Suecia por los beneficios sociales. No vine a Suecia para pedir dádivas", dijo Mahad Mohammed Musse, un anestesista de 27 años que habla árabe, somalí, inglés y ruso con fluidez y que solo halló un trabajo temporal en el servicio de taxis del aeropuerto de Estocolmo.

"Solo pido que me dejen vivir mi vida con la educación que tengo", agregó Musse, quien llegó hace casi dos años a Suecia y solicitó en 25 hospitales y centros de salud que se le permitiera observar a los médicos locales. Nunca recibió una respuesta.

Durante años, miles de refugiados se han encaminado hacia los países nórdicos, atraídos por su tradicional apertura, fuertes economías, seguridad y sistema social.

Pero existe una creciente sensación de que las otrora sociedades homogéneas que se mantenían unidas por un fuerte modelo de bienestar social se están fracturando.

GOLPE DE REALIDAD

Un 15 por ciento de los suecos es nacido en el extranjero, el doble del promedio que en la Unión Europea. La desigualdad está creciendo más rápido que en la mayoría de los países desarrollados.

Esto ha ayudado a alimentar los argumentos de la extrema derecha, de que los empleos, beneficios sociales y la preciada estabilidad social están amenazados. Muchos han coincidido y la nueva situación llevó a varios partidos a las legislaturas.

"Tenemos islas donde los problemas sociales se han concentrado y el desempleo, los malos resultados escolares y otros problemas sociales se amplifican entre ellos", dijo la ministra de Empleo sueca, Ylva Johansson.

"Este no es un tema relacionado con cuántos refugiados aceptamos. Tiene que ver más que nada con el fracaso de la integración", agregó.

Unas 81.000 personas pidieron asilo en Suecia el año pasado.

Refugiados de Siria, Afganistán y Eritrea necesitan alojamiento y educación, además de empleo. Muchos están sumamente traumatizados. Pocos hablan sueco, un importante obstáculo al buscar trabajo.

Los recién llegados reciben lecciones de idioma gratis, pero las escuelas y viviendas segregadas pueden significar que el nivel de sueco sea básico.

"Es muy difícil. Tengo experiencia pero no estoy calificado", dijo Tarek Ozone, un hombre de 25 años de Damasco que huyó vía Egipto y Libia hasta Sicilia y luego viajó en automóvil a través de Europa hasta llegar a Suecia. En un centro de empleo de un suburbio de Estocolmo esperaba hallar trabajo como carpintero.

Ciudades como Malmo y Gotemburgo se han visto sacudidas por ataques con granadas y tiroteos en los últimos meses, en un país que es habitualmente pacífico.

Musse, el anestesista, aún espera hallar empleo en uno de los hospitales del país.

"Eso es lo único que hace que me levante todas las mañanas", afirmó. Reuters