La Antártida está rodeada de enormes barreras de hielo. Una nueva investigación que utiliza los datos de velocidad del hielo obtenidos por satélites, como el histórico Envisat de la ESA, ha revelado la existencia de un punto crítico donde estas barreras actúan como un dique de seguridad, reteniendo el hielo que fluye en dirección al mar. Si se pierden, podría no haber vuelta atrás.
Estas barreras de hielo flotante pueden ser inmensas. Por ejemplo, la mayor de ellas, la barrera de hielo de Ross, ocupa un tamaño casi equivalente a la superficie de España y se alza cientos de metros por encima del nivel del mar.
Durante los últimos 20 años, muchas de las barreras de hielo más septentrionales de la Antártida se han estrechado y, en algunos casos, incluso han desaparecido en forma de grandes icebergs desprendidos del frente de los glaciares.
Es el caso de la la barrera de hielo Larsen, que se derrumbó en 1995, perdiendo una superficie de hielo del tamaño de Berlín, siete años después de que se fragmentara la barrera Larsen B, y el de la barrera de hielo Wilkins que empezó a desintegrarse en 2008.
Las barreras de hielo están conectadas con los glaciares y las corrientes de hielo en tierra firme, por lo que estas desempeñan un importante papel como muros de contención del hielo que se desplaza hacia el mar y consiguen frenarlo eficazmente.
Si se pierde una barrera de hielo, el flujo de los glaciares ubicados tras ellas puede acelerarse, lo que produciría un aumento del nivel del mar.
Casi inmediatamente después de que Larsen B se fragmentara en 2002, se observó que sus glaciares tributarios se desplazaban ocho veces más rápido. Como consecuencia de la pérdida de esta barrera, el hielo desprendido al mar alcanzó aproximadamente el 5% de la pérdida total de hielo de Groenlandia en ese momento.
Larsen B tenía el tamaño estándar de una barrera de hielo de la Antártida, existen al menos otras 50 barreras que rodean el continente, algunas de las cuales son mucho más extensas que Larsen B.
Los científicos del Instituto de Geografía de la la Universidad de Erlangen-Núremberg y del Laboratoire de Glaciologie et Géophysique de l'Environnement de Grenoble, Francia, utilizaron datos de radar obtenidos por satélites como ERS y Envisat de la ESA con observaciones del grosor de hielo procedentes de estudios aéreos y los integraron en un modelo complejo para demostrar, por primera vez, el peligro que corre el papel de muro de contención desempeñado por las barreras de hielo a causa de su estrechamiento y su alejamiento del interior.
Aproximadamente un 13% de la zona total ocupada por barreras de hielo contiene un elemento denominado "barrera de hielo pasiva", parte del cuerpo de hielo flotante que no ejerce ningún tipo de contención adicional, por lo que, en caso de pérdida, no se daría un aumento inmediato de la velocidad del hielo. Sin embargo, tras esta, existe una zona de hielo, denominada "banda de seguridad" que es la que controla el flujo del mismo.
El Dr. Johannes Fürst, del Instituto de Geografía de la la Universidad de Erlangen-Núremberg explicaba que "Desde hace varias décadas la teledetección por satélite ha permitido llevar un registro de los cambios y el movimiento de los frentes de hielo de la Antártida. En algunas regiones, hemos asistido a continuas recesiones de las barreras de hielo".
"Una vez que la pérdida de hielo a través del desprendimiento de icebergs supera la barrera de hielo pasiva y afecta a la banda de seguridad, su flujo hacia el océano se acelerará, lo que podría desencadenar una elevada contribución al aumento del nivel del mar durante décadas y siglos".
Sin embargo, existen algunos resultados diferentes en el continente, ya que no todas las barreras cuentan con esa parte pasiva.
El Dr. Fürst añadía, "Los mares de Amundsen y Bellingshausen tienen una cantidad inexistente o muy limitada de barrera de hielo pasiva, por lo que un mayor retroceso de los frentes de las barreras actuales desencadenaría serias consecuencias dinámicas".
"Esta región es particularmente vulnerable ya que las barreras de hielo llevan dos décadas estrechándose a un ritmo vertiginoso. Por el contrario, la barrera de hielo Larsen C en el mar Weddel presenta una extensa superficie frontal pasiva, lo que sugiere que el desprendimiento inminente de un iceberg tabular de gran tamaño no tiene demasiadas posibilidades de provocar un cambio dinámico sustancial en el momento".
Este descubrimiento ayudará a mejorar la predicción del flujo de hielo procedente de la Antártida; el destino de la indlandsis expuesta al calentamiento del clima está claramente vinculado en términos dinámicos a los cambios de las barreras de hielo flotantes.
Mientras las misiones CryoSat y Sentinel-1A de Copérnico continúan ofreciendo información sobre el grosor de la barrera de hielo y las dinámicas del mismo, respectivamente, estos nuevos hallazgos también ponen de manifiesto el valor perdurable de los datos de satélite archivados.
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