Viena, 24 abr (EFE).- El aumento de las temperaturas derivado del cambio climático afectará a las ciudades el doble que al entorno rural y, de continuar el ritmo actual de calentamiento, en los próximos 50 años el impacto de las olas de calor se puede multiplicar hasta por cuatro.
Esa es la principal conclusión de un estudio de la Universidad de Lovaina (Bélgica) cuyos primeros resultados fueron presentados hoy durante la asamblea que la Unión Europea de Geociencias celebra en Viena.
"El efecto negativo del cambio climático, en lo que a la temperatura se refiere, será el doble en las ciudades que en el campo", resume para Efe Hendrik Wouters, uno de los autores de un informe que está aún en fase de revisión y que se presentará en verano.
Aunque es ya conocido que la temperatura en las ciudades es mayor que en el entorno rural, especialmente durante la noche, el conocido como "efecto de isla de calor", este estudio cuantifica por primera vez hasta qué punto la ciudades sufrirán más que el campo los efectos del calentamiento global.
El investigador belga aseguró que hay estudios sobre cómo las olas de calor aumentan los ingresos hospitalarios, disminuyen la productividad, elevan los daños a las infraestructuras y, en casos extremos, disparan incluso la mortalidad, como ocurrió en París en el verano de 2003.
Este estudio ha analizado cómo interactúa este efecto con las olas de altas temperaturas derivadas del cambio climático.
Los investigadores han utilizado mediciones de temperaturas de los últimos 35 años en Bélgica, comparado la frecuencia y la intensidad con las que se han excedido los límites de alerta de temperatura, a partir de los cuales se espera efectos como, por ejemplo, afecciones a la salud.
Ese periodo, las olas de calor fueron mucho más intensas en las ciudades que en el campo, un fenómeno que se espera se agrave en el futuro.
Usando simulaciones y modelos generados con supercomputadoras, las primeras estimaciones prevén que para el periodo 2041-2075 el impacto del calor en las ciudades se multiplicará por cuatro.
Esas olas de calor, medidas tanto en su frecuencia como en su duración e intensidad, serán el doble de graves en las ciudades que en el entorno rural.
Según explicó Wouters, esas previsiones corresponden a un escenario medio y reconoce que hay muchos factores que pueden afectar los cálculos, desde cuántos gases de efecto invernadero sigan vertiéndose a la atmósfera o cuán grande sea el crecimiento de las ciudades.
Así, el peor escenario posible es el de olas de calor que excederían en hasta 10 grados centígrados los niveles de alerta y se prolongarían durante 25 días en el verano.
Por el contrario, en un escenario en el que las emisiones de gases se hayan reducido drásticamente, el efecto de las olas de calor en los próximos 50 años sería parecido al actual.
Aunque los cálculos han utilizado mediciones en Bélgica, Wouters indica que si se extrapolan a otras regiones en latitudes media, por ejemplo del sur de Europa, cabe esperar resultados similares.
El investigador asegura que, aparte de ir a la raíz del problema, los gases de efecto invernadero, las ciudades tendrán que desarrollar medidas de adaptación y mitigación.
Medidas que, aseguró, las ciudades del norte de Europa pueden copiar de zonas más meridionales donde la gente ya está adaptada al calor desde hace generaciones.
Con todo, Wouters se refirió a la necesidad de un "rediseño" de las ciudades, apostando por ejemplo por el crecimiento vertical, la reducción de las emisiones y por "dar a la gente infraestructuras para que puedan cambiar su forma de vida". México :: Sociedad