Hace 65 millones de años, un objeto cósmico de más de 10 kilómetros de diámetro, se impactó contra la superficie terrestre, a más de 20 km por segundo. Esto trajo como consecuencia la devastación de gran parte de la Tierra y presuntamente, causó la extinción masiva de más del 70 por ciento de los seres vivos, entre ellos, los dinosaurios que dominaron el planeta por 180 millones de años.
El cráter de Chicxulub (cola del diablo) mide más de 2.5 km. de profundidad y su diámetro es superior a los 200 km; abarca desde la costa de Dzilám de Bravo a Celestún; es el más grande y mejor preservado del planeta yse conserva bajo unos 800 metros de sedimentos, ubicado debajo del manto freático, lo que lo hace único en su tipo.
La temperatura al momento del impacto en la zona de Chicxulub fue de 18 mil grados centígrados, es decir, tres veces la de la superficie del Sol. Todo lo que había de roca se evaporó antes de tocar la superficie de la Tierra, por consecuencia, el cráter fue hecho por una onda de choque. Al entrar a una velocidad de 72 mil kilómetros por hora, el meteorito comprimió (no separó) la atmósfera; la fricción lo hizo estallar y esto generó la onda de choque que abrió el cráter y fundió y evaporó la roca, razón por la cual no se conservan fragmentos del meteorito.
El impacto provocó sismos, tsunamis de más de 500 m. de alto y vulcanismo, al mismo, tiempo pulverizó millones de toneladas de roca y las envió a la atmósfera, donde quedaron suspendidas, bloqueando la luz solar y generando un efecto de “invierno nuclear”, con la consecuente disminución de la temperatura global e impidiendo el proceso de fotosíntesis y con ello el colapso de la mayoría de los ecosistemas.
En 1980, Luis Álvarez, geólogo de la Universidad de California, y su equipo, reportaron la presencia de cantidades anómalas de iridio, un elemento extraterrestre que sólo se halla en abundancia en los meteoritos. Pero hacía falta encontrar la huella del impacto del supuesto meteorito, que debía de ser muy grande por la distribución de la capa de iridio en el mundo, en lugares tan remotos como Nueva Zelanda o Dinamarca. En 1981, Antonio Camargo, geofísico de PEMEX, empresa paraestatal petrolera, y Glen Penfield descubrieron una anomalía gravimétrica y aeromagnética que podría interpretarse como una estructura de impacto en Chicxulub, en la Península de Yucatán.
Hasta 1991, cuando la Universidad Autónoma de México (UNAM) y la NASA analizaron muestras de pozos hechos por PEMEX, se confirmó la teoría de una estructura de impacto con una edad de 65 millones de años. Actualmente se cuenta con más de 3 kilómetros de muestras de las perforaciones científicas que se realizan en Yucatán, a 20 kilómetros al sur de Mérida, en Yaxcopoil, junto con laboratorios en los que científicos de distintas partes del mundo se encuentran sumergidos en el análisis de este enigmático y mítico cráter.
Estudios de la US Geological Survey nos dicen que como secuela arrojada de este acontecimiento, está la posible ubicación de yacimientos de petróleo y gas natural potencialmente cuantiosos que se encuentran en Yucatán, los que pertenecerían a un período altamente rico en hidrocarburos -el Cretácico- y formarían parte de depósitos mayores de hidrocarburos localizados en la Península.
Además se especula que el impacto que generó al cráter de Chicxulub logró la probable formación de los cenotes, como resultado de la extensiva erosión de la capa de piedra caliza causado por el cráter. Cosa de mucha importancia es que claramente se puede diferenciar una falla de una circunferencia de estas precipitaciones geológicas, llamada El anillo de cenotes. Fuera del anillo hay una mayor abundancia de estos cenotes que adentro del mismo. De hecho, aún no se sabe si en la fluctuación de agua que hay en los agujeros sigue teniendo influencia el cráter de Chicxulub. Dentro de la periferia del Anillo de cenotes se encuentran los poblados de Abalá y Cuzamá en donde existen impresionantes cenotes de todos tipos.
Los cenotes formaban para los mayas el elemento básico para el sustento y crecimiento de su civilización ancestral, logrando tener una relación cósmica entre los efectos del impacto del meteorito y el desarrollo de la impresionante civilización maya.
Estos estudios son sumamente importantes para comprender cómo los cambios climáticos afectan tanto en la vida como en la física del planeta y no sólo eso, esta estructura brinda la oportunidad de conocer el interior de nuestro planeta que, hasta la fecha, se ha mantenido lejos de nuestro alcance. Este hecho cambió por completo la historia, dando paso a la evolución de lo que somos hoy día.